Una especialista en risoterapia me dijo en una entrevista que en momentos de tensión o dificultad practicara a solas las carcajadas, que abriera la boca al máximo y sacara como pudiera esa risa que viene de adentro y te contrae completamente el abdomen.
Es una forma de cortar el mal momento. Tiene efectos inmediatos porque te pasa de un estado a otro para recuperar el equilibrio.
Lo estoy practicando frecuentemente. Ser mamá “todera”, separada, a cargo de todo en la casa no es nada fácil. Y que me perdone el selecto grupo de abnegadas, las respeto pero no tuve el gusto de conformar ese romántico círculo. Soy mamá de las normalitas, de las que se agobia con todas las rutinas de regañar, insistir, volver a decir, el castigo, las agarradas, los gritos, malas contestas, el carón de las mañanas, la compradera loca de comida, los límites, las tareas en los fines de semana, las transferencias bancarias…
Además estoy segura de estar al frente de una misión especialísima y dificilísima con mi hija menor, cuya personalidad rebasa todo pronóstico. Es un trabajo en el cual necesito ayuda. Ahora entiendo a mamá, ser hijo tampoco es fácil.
La cosa es conmigo, con la que pone la disciplina. Estoy ante el reto de ser la mamá de las dos y este año decidí apoyarme en los beneficios de la risoterapia para sobrellevar y superar cada situación del día.
Y es que no quiero que nada atente contra mi bienestar, ni siquiera mis descendientes, ni mis allegados, ni el resto de las personas que están a mi alrededor.
La invitación es a que no engroses la lista de personas cuya infelicidad comienza cada mañana junto a sus seres más cercanos. Desahógate, explícate y date la oportunidad de recomenzar con los puntos bien claros. Tu entorno cercano es tu fuente de poder. Vamos a observar cómo está funcionando, estoy segura que podemos hacer algo para mejorarlo.
Hay que tener valor.